jueves, 20 de junio de 2019

“QUE TE PARTA UN RAYO”, KADY TOURAY a BENJAMÍN FRANKLIN una calurosa tarde de verano de 1.745.

Benjamín Fraklin resultó ser una persona especial debido a su carácter polifacético: marino, carpintero, albañil, tornero, aprendiz de imprenta o poeta,en su juventud, y científico, político, escritor, filósofo... como se suele decir un auténtico polímata (para quién sepa lo que significa que hasta hoy yo no lo sabia).

Y es que cierta tarde del verano de 1.745, celebrando en su casa una reunión con algunos amigos, cuando le servía el té uno de los sirvientes y esclavos que tenía, Kady Touray, le pidió que le calentase un poco más el té, a lo que Kady, con su carácter agrio por su  cultura vudísta, perdón, de origen vudú, le respondió “¡QUE TE PARTA UN RAYO! y se largó de la casa huyendo de su amo y de la esclavitud, por si el “rayo le partía” a él.

Sin embargo, esta actitud y esta repuesta, conociendo Benjamín Franklin como conocía a Kady por situaciones similares,  le puso sobre aviso ante la posibilidad de que de verdad “Le partiese un rayo alguna vez”, por aquello del origen “vudista” de Kady. El equivalente es como si una gitana en la Carrera del Darro, en Granada, te dice que le compres el ramito de romero y te disculpas para quitártela de encima y te dice “¡Vaya esaborío, ya te partiese un rayo...!” Y ya puedes ir con mucho ojo mirando que no haya tormenta antes de salir de casa..

Esta “maldición” le supuso a Benjamín Franklin que ya no podía dormir tranquilo ninguna noche pensando que alguna vez le “partiese un rayo” realmente.

No pudiendo, Benjamín Franklin, dejar de pensar en esta eventualidad del rayo, dedicó gran parte de su inquieta imaginación para ver cómo protegerse de este tipo de fenómeno atmosférico y comenzó a pensar qué hacer para que no le “partiese un rayo”.

Su activa mente le llevó a construir varios modelos de dispositivos que fuesen capaces de atraer la energía almacenada en las nubes para descargarla de forma controlada y segura a la tierra.

El día 15 de junio de 1.752, Benjamín Franklin voló una cometa “tuneada” adecuadamente (en su punta colocó una aguja metálica y, de cola, utilizó un hilo de seda, en cuyo extremo inferior ató una llave de metal) mientras caía una enorme tormenta de gran aparato eléctrico, consiguiendo, durante su experimento, atraer un rayo que pasó de las nubes a la tierra a través de la cometa y de su cuerda, dejando algunas secuelas en Benjamín Franklin.

De aquella experiencia sólo se ha encontrado una evidencia de la cara de satisfacción de Benjamín Franklin, cuando consiguió dominar a la naturaleza, ante el pensamiento que le embargaba desde hacía años: “que te parta un rayo”. Este retrato es el que más tarde el pintor Joseph Duplessis representaría en un cuadro del que no ha quedado constancia salvo la que el autor de este artículo deja a continuación.




Por desgracia,  Joseph Duplessis, no se sabe si por sugerencia de Benjamín Franklin,  prefirió hacer una segunda copia, que fue la que trascendió a la historia del arte y que es esta otra, quedando perdida la primera en la noche de los tiempos.

Benjamín Franklin demostró dos cosas ese día: que la naturaleza eléctrica de la energía de los rayos puede ser controlada por el hombre y que los dioses del vudú no controlan para nada los fenómenos atmosféricos, dándole la razón en su postura “deista” (que hasta hoy yo tampoco sabía lo que significaba).


Sobre 1.750, Benjamín Franklin se declaró abolicionista acérrimo y, aunque se desconoce si su criado Kadi lo supo, lo cierto es que o bien falló en su maldición o la retiró elegantemente, pues Benjamín no acabó su amplia vida “partido por un rayo” sino partido por una “Pleuritis”.

Por cierto, no deja de ser curioso que el principal riesgo de muerte de los golfistas en Estados Unidos es “ser partidos por un rayo”, lo que sucede con frecuencia en aquel extenso país.




Mientras redactaba este post, escuchaba a Hooverphonic - One Two Three:


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