miércoles, 23 de octubre de 2019

“COÑAZO DE BIGOTILLO”, Stan Lee un frío invierno de 1.944, en Manhatan, mientras meditaba sobre qué hacer en su vida.

Cierta tarde de diciembre de 1.940, el joven Stan Lee, sin medios económicos ni recursos, paseaba, sin destino, pensando en su futuro incierto como dibujante... Deambulaba por Manhatan buscando un lugar donde tomarse una copa para entrar en calor.

El frio le tenía atrapado y aterido. Sólo el moqueo constante de la nariz, que le obligaba a limpiarse el “bigotillo” que se acababa de dejar hacía unas semanas, con el envés del guante de la mano izquierda. “¡Coñazo de bigotillo!” pensaba constantemente...


Encontró un tugurio, con forma de bar y entró a tomarse algo.

- Un whisky, por favor, ¡a ver si el frío remite!
- ¡Pues cuidado con el goteo que le está robando el sentido arácnido de los pelillos del bigote.

Comentó el camarero, bar-man, con cierto sentido del humor.

Esto le hizo pensar a Stan... “¿Sentido arácnido?, ¡Coñazo de bigotillo!” y volvió a repasarse el goteo con el guante...

El bar no era demasiado limpio y se observaban telas de araña por las esquinas, lo que le incitaba a no entretenerse demasiado en un lugar tan inmundo.

Mientras se tomaba el whisky, a pequeños sorbos, meditaba que ese sentido arácnido de las arañas se lo provocaban los pelillos de su cuerpo, según le comentó el peluquero, hair-man, esa mañana cuando visitaba la peluquería.

Para el hair-man, las arañas, gracias a los “pelillos”, pueden presentir los terremotos antes de que sucedan, como hacen los perros, pero sin ladrar, por lo que nadie se entera y por lo tanto, no sirve para nada... o localizar el rumbo más adecuado para conseguir su mejor destino,

Quién sabe si esa cualidad de los perros se la deben a los “pelillos” del hocico.

En la peluquería eran unos auténticos expertos en “pelillos”.

Cuando salió del bar, siguió caminando hacia su apartamento y repasándose la “gotilla” de la naríz en el “coñazo de bigotillo”, encontrándose en el camino, ya tarde, un cartero, post-man, que iba buscando una dirección para entregar una carta urgente. Stan pensó si el cierto sentido arácnido le facilitaría al hair-man localizar el rumbo de su destino con más facilidad.


Más tarde, un poco antes de entrar en el edificio de su apartamento, se cruzó con borracho, drunk-man, que casi se le echa encima, justo cuando se estaba limpiando el goteo...”coñazo de bigotillo”.

Seguro que si el drunk-man hubiese tenido cierto sentido arácnido, como el que le proporcionaba a las arañas los dichosos pelillos, no habría tropezado con él.


Justo cuando subía las escaleras hacia su apartamento, estuvo meditando sobre el bar-man, el hair-man, el post-man o el drunk-man y los pelillos de las arañas, lo que le proporcionó ideas muy interesantes para crear nuevos personajes, ya que necesitaba apoyarse en ellos para poder afrontar su futuro con cierta seguridad, por lo que entró en su apartamento y, antes de hacer nada, decidió eliminar de una vez el “coñazo de bigotillo” en el aseo y, después, tras tomarse un café caliente, se puso a preparar bocetos de super-héroes como el bar-man, el post-man, el hair-man o el drunk-man, con los que se había cruzado y que le habían inspirado durante el paseo nocturno.

Al día siguiente, se llevó todos sus bocetos e ideas al editor, pero éste, con muy malas formas, le dio largas, pues no veía nada interesante en ellos.

Stan Lee salió muy decepcionado de esta reunión. Pensaba que con la noche tan productiva que pasó, no había sido capaz de crear ni un sólo personaje interesante. Seguro que fue culpa del “coñazo de bigotillo” y de los pelillos de las arañas...

Años más tarde, sobre 1.962, cuando el nuevo bigotillo adornaba su faz, y tenía ya cierta experiencia, casualmente creó un nuevo personaje, Spider-man, que le llevó a la fama y tras meditar sobre esto, siempre se preguntó como no había caído antes en un personaje similar tan fantástico...

Seguro que al afeitarse el “coñazo de bigotillo” perdió la inspiración. Stan nunca lo recordaría.

Curiosamente, Spider-man, no heredó el “coñazo de bigotillo”, pero sí el “sentido arácnido”.


Mientas redactaba este post, escuchaba a Careless Whisper.