Agustín de Hipona (alias San Agustín), persona harto
inquieta, solía meditar tras la comida en el patio de su villa, cercana a Milán,
(siesta lo llamarían algunos).
Una calurosa tarde de Agosto del año 386, también llamado "el año del consulado de Honorio y Euodio" (aunque esto no tiene ningún interés para esta historia
pero queda bien), rememoraba su azarosa vida durante la que llevaba buscando la
verdad absoluta, a sus 32 años, después de un largo recorrido intelectual
estudiando materias como la retórica o el neoplatonismo y habiéndose convertido
al maniqueísmo, hacía unos años, lo que le había servido para adorar la fama
pero que no le habían llenado en absoluto.
En cierto momento del sueño, escuchó en la lejanía (detrás
de la tapia) la voz de su vecina diciéndole a su hijo “Niño, ¡toma y lee!” en
un intento de cultivar su curiosidad, pero el niño seguía con sus juegos de
canicas ignorando a su madre. Sin embargo, Agustín, en su sueño meditativo interiorizó
la frase y cogió una biblia que tenía cerca de la mano y comenzó a leer…
La lectura meditada de dicho libro le llevó a pensar que su
recorrido personal no era el que realmente él deseaba y pensó: ¡JODER! ¡La he pifiao! al darse cuenta
de los errores acumulados durante su vida actual y anterior, con los maniqueos,
que tenían la costumbre de echarle la culpa de todos sus errores a las fuerzas
infernales o a los demás, que estaban más cerca, “quedándose tan a gusto”.
Así que decidió dar un giro radical a su vida dedicándose
en cuerpo y alma al cristianismo.
Agustín de Hipona con su madre Santa Mónica
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Unos años más adelante rememoraría aquel ¡Joder! ¡La he pifiao! con un “ERRARE HUMANUN EST”, intentando
explicar que la experiencia se adquiere a partir de las equivocaciones y errar
es parte intrínseca de la naturaleza humana, publicando esto en sus escritos y no la frase en su fórmula original lo que quizás hubiese sido... un error. Probablemente la primera frase no hubiese tenido la misma repercusión.
Algunos, intentando rizar el rizo completan la frase con “errare humanum est, sed perseverare diabolicum”
( "errar es humano, pero perseverar (en el
error) es diabólico.") lo que los acerca más a los maniqueos
que a los cristianos, al volver a echarle la culpa de todo lo que hacen a los
demás o a fuerzas ocultas o diabólicas (conozco a algunos contemporáneos que
son muy “maniqueos”).
Agustín supo entender el concepto del error y aplicárselo a
sí mismo lo cual deja de ser un error… y no se erró en ello.
Aunque, por lo que he aprendido en mi experiencia personal, yo diría que "el hombre es el único burro que siempre tropieza más de una vez en la misma piedra" o como diría san Agustín "ERRARE HUMANUN EST".
Nota: En alguna ocasión hablaré de Euodio si encuentro algún retrato, cosa que dudo, pero aún desconozco quién pudo ser y ni siquiera si existió… es por si me sobra tiempo algún día.
Y al final un poquito de música para no equivocarse...
Que gusto leer tu pensamientos :-) Pero no pienso que el árbol fuera un olivo en Milán
ResponderEliminarGracias Daniela. Lo que es un placer es verte por aquí. Por cierto, bajo que árbol se habría echado la siesta en Milán? ??
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No sé, pero no un olivo, no hay olivos en Milán :-) Y seguro no había en 386.
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