Entre
las muchas cosas que hizo Ernest Hemingway durante su existencia una
de ellas fue viajar como un trotamundos. "Culillo de mal
asiento" le llamarían algunos ya que muy pronto se le quedó
"estrecha" su ciudad y su país y se trasladó como
conductor de ambulancia a Italia durante la primera guerra mundial,
acto premonitorio (lo de ser conductor de ambulancia) por las muchas
veces que tuvo que viajar en ese vehículo a lo largo de su vida,
pero como usuario y no como conductor.
Ya
en uno de sus viajes a África, volando en avioneta sobre la sabana
del Congo junto con su cuarta esposa, Mary Hemingway, un poste de la
electricidad se cruzó en el camino de la avioneta (ya hay que tener
mala suerte para que un poste se cruce en el vuelo de una avioneta, y
sobre todo en la sabana africana) y mientras se acercaba al suelo a
gran velocidad pensó: ¡JODER! ¡JODER! ¡JODER!, décimas de
segundo antes de estrellarse contra los matorrales.
Quizás su premonitorio empleo de contuctor no fuese casualidad. Tras este incidente y dado que no fueron localizados, los rescatadores dieron por muertos a los accidentados y la noticia de que Hemingway había muerto circuló veloz por todo el mundo, a pesar de la no existencia de Internet en esa época.
Quizás su premonitorio empleo de contuctor no fuese casualidad. Tras este incidente y dado que no fueron localizados, los rescatadores dieron por muertos a los accidentados y la noticia de que Hemingway había muerto circuló veloz por todo el mundo, a pesar de la no existencia de Internet en esa época.
Pero no tuvo esa mala fortuna y un par de días más tarde lograron encontrarles y recogerles en un segundo avión que, tras despegar, uno de los motores explotó y Hemingway volvió a pensar: ¡JODER! ¡JODER! ... aunque sólo le dió tiempo repetir la palabra dos veces antes de extrellarse contra los matorrales (¡coño, otra vez!).
En
esta segunda ocasión los daños físicos fueron bastante mayores y
los periodistas volvieron a dar la noticia de la muerte de Hemingway
por todo el mundo (parece que querían acabar con él, de alguna
manera, pero no fueron capaces).
De
este segundo accidente tardó bastante en recuperase y pasó varias
semanas en un hospital de Nairobi, recuperándose y divirtiéndose
mientras leía las necrológicas de sus colegas sobre él, pero es
que "bicho malo nunca muere".
A
lo largo de su vida tuvo más accidentes (y también varias esposas,
sin que se quiera relacionar esto con los accidentes).
También
vivió momentos históricos relevantes en primera persona como la
gerra civil española, el desembarco de Normandía o la liberación
de París. Quizás podríamos pensar en "otra línea temporal"
en la que Hemingway hubiese muerto estos acontecimientos tal vez no
se habrían producido... pero esto sólo son hipótesis. También
conoció a personajes interesantes como John Dos Passos, James Joyce,
F. Scott Fitzgeralg, Picasso, Joan Miró o Juan Gris, entre otros
(Dios los cría y ellos solos se juntan).
Quizás
recordara en más ocasiones su famoso pensamiento: ¡JODER! ¡JODER!
¡JODER! como cuando disfrutaba de las corridas de toros en España y
el toro jugaba con el torero como si fuesen un poste y una
avioneta...
Pero
la última ocasión que tuvo de repetir su célebre pensamiento fue el 2 de julio de 1.961, cuando en su casa de Idaho, quizás abrumado
por sus dolencias físicas y su problema con la bebida, cogió un escopeta de
caza con sus manos y, mirando el cañón directamente, pensó por última vez
¡JODER!... sin darse tiempo a más repeticiones y dejando una increíble herencia literaria para sus congéneres.
Y aquí una preciosa interpretación de Amparo Sánchez.
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