Amelia Earhart era bastante adelantada a su edad pues cuando aún era una niña ya cogía la escopeta de su padre para probar puntería contra cualquier cosa que se moviese a su alrededor. Además, si veía alguna rata, de las que se criaban por la zona de su casa, ya le daba pie para utilizar el arma que su padre no escondía adecuadamente en la casa.
Un día cualquiera, de 1910, cuando aún sólo tenía 13 años y su hermana, Grace Muriel Earhart, alguno menos, mientras jugaban a la comba en el jardín de su casa, Amelia observó removerse las hierbas por debajo de la casa debido a algún animal que intentaba tomar un poco del aire de la calle.
No había que ser muy inteligente para pensar lo que aquel “bicho” podía ser pues las ratas abundaban de alguna manera por el barrio y, sin pensárselo dos veces, cogió el rifle que su padre guardaba en el almacén y disparó sobre eso que se agitaba, pensando “¡Las ratas por el suelo y las palomas sobre el cielo!” mientras su hermana, terriblemente asustada, se escondía detrás de ella.
Mientras, el roedor huía velozmente tras salvar milagrosamente su vida después del disparo fallido de Amelia y su hermana se levantaban del suelo limpiándose de tierra las faldas después de haber caído de espaldas debido al brutal retroceso de la escopeta.
Quizás parte del pensamiento anterior, “¡...las palomas sobre el cielo!”, le dio pie a planear su futuro como aviadora, que le daría tantos éxitos, a partir de los 20 años y durante el resto de su existencia, pues se suponía que las ratas no volaban pero las palomas sí.
Unos años más tarde, en 1920, durante un espectáculo aéreo en Long Beach, le vino a la memoria el pensamiento que tuvo de pequeña, cuando disparaba a las ratas y se enamoró de la posibilidad de volar como las palomas, pues hizo su primer vuelo con un corto paseo que le inspiró para toda su vida. Tanto es así que en 1921 se compró un biplano de color amarillo brillante llamado “The Yelow Peril” (“el peligro amarillo”) y el 22 de octubre de 1922 logró el récord mundial de altura en vuelo, alcanzando los 4267 m de altitud.
En 1932 realizó un vuelo transatlántico en solitario y sin escalas siendo la primer mujer en culminar esta aventura, pilotando un Lockheed Vega 5B, lo que le sirvió para recibir el merecido reconocimiento internacional. En realidad, salió un 20 de mayo desde Terranova y terminó en la costa de Gran Bretaña, donde llegó a un lugar no planificado unas 15 horas después de despegar de Estados Unidos. Al bajarse del avión se encontró a un lugareño al que le preguntó:
—¿Dónde estoy?
—En el pastizal de Gallegher. ¿Vienes de lejos?
—De Estados Unidos — respondió con simpleza Amelia mientras recordaba aquel pensamiento que tuvo junto a su hermana hacía ya algunos años mientras le disparaba a los roedores: “¡Las ratas por el suelo y las palomas sobre el cielo!”
Finalmente Amelia Earhart quedaría recordada hasta el fin de los tiempos como una “paloma voladora sobre el cielo” (de hecho un planeta menor lleva el nombre de Amelia Earhart) al no poder finalizar su última aventura, en 1937, con la que intentó circunvolar la tierra a la altura del ecuador, junto con el copiloto de Fred Noonan, desapareciendo ambos definitivamente tras haber hecho casi todo el vuelo previsto.
No cabe duda que Amelia Earhart seguro que tuvo que ser un poco “rata” durante su vida pues las costumbres de la época apartaban a las mujeres de muchas opciones por ser consideradas “masculinas”, aunque ella luchó para cumplir sus objetivos aún siendo mujer, por tanto quizás Amelia podría comparársele con una “rata” voladora. En muchos lugares, a las palomas se las nombra de hecho como “ratas” voladoras.
Amelia Earhart quedó en el recuerdo de todos como una mujer excepcional por su forma de ser, su sonrisa y su voluntad para romper barreras.