viernes, 29 de julio de 2011

“¡PUES NO SÉ YO, QUE YO QUE SÉ, QUE QUÉ SÉ YO!”: Pensamiento fundamental que indujo a Werner Heisemberg a concretar su “Principio de Incertidumbre”, mientras veía la final del Campeonato Sureño Alemán en 1926 en la que jugaba el Bayer de Munich.


Werner Heisemberg, físico famoso por su enunciado matemático denominado el “Principio de Incertidumbre” y que le proporcionó el premio Novel de Física en 1.932, no podría olvidar jamás el origen de ese enunciado en su mente, unos años antes mientras veía un partido del Bayer de Munich, como aficionado a ese club, durante la final del Campeonato Sureño Alemán allá por 1.926.



Y es que en su cabeza ya rondaba la formulación matemática compleja que le llevaría al susodicho “Principio de Incertidumbre” que más o menos dice que “es imposible medir simultáneamente, y con precisión absoluta, el valor de la posición y la cantidad de movimiento de una partícula”


Sin embargo, le faltaba algo... para cerrar el enunciado, que no acababa de encontrar.



Pues participando como espectador en el Campeonato Sureño Aleman, mientras un jugador del Bayer de Munich se disponía a tirar un penalti, y estando el partido un tanto complicado y ver la “incertidumbre” con la que el jugador ponía la pelota en el punto de penalti pensó con gran pesimismo: “Pues no sé yo, que yo que sé, que qué sé yo...” mientras hacía rápidos cálculos mentales que le llevaban a imaginar al portero, Vilhelm Plank, parando la pelota, cosa que tampoco tenía clara.




Entonces pensó que si el jugador le daba un impulso conocido a la pelota con su poderosa diestra, ésta sería lanzada contra la portería con cierta cantidad de movimiento pero, sin embargo, el tamaño de la portería así como la incertidumbre en la posición del portero después del disparo, podrían hacer que fuese imposible conocer a ciencia cierta el lugar por donde entraría el esférico para hacer un gol... o no. Siempre con la dichosa incertidumbre, por lo que Werner Heisemberg, volvería a pensar: “Pues no sé yo, que yo que sé, que qué sé yo...”




No obstante, y gracias a su mente prodigiosa, acabó por razonar que quizás esa incertidumbre dependería fundamentalmente del portero, es decir de Plank. y ahí le vino la idea luminosa que le faltaba para el enunciado final, donde todo dependería del tal Plank (esta vez se trataba de Max Plank, el propietario de la famosa constante de Plank), quedando finalmente el “Principio de Incertidumbre” “perfectamente determinado" de la siguiente forma:



donde:



es la indeterminación en la posición del jugador, por ejemplo,




es la indeterminación en la cantidad de movimiento de la pelota una vez lanzada, por ejemplo, y


h: constante de Planck (la de Max Plank, no la del portero) y que equivale a 6,626 * 10-34 Js


Y es que las ideas geniales siempre surgen en el momento más inesperado, o de más incertidumbre, como fue éste el caso.



domingo, 10 de julio de 2011

“Ik begrijp het niet, Miss”: M. C. Escher en Mayo de 1.936 en Granada respondiendo a una gitana del Sacromonte que, por supuesto, no entendió "ni papa".


Maurits Cornelis Escher, más conocido como M. C. Escher, retorna por segunda vez a Granada a finales de Mayo de 1.936 buscando la inspiración perseguida desde su Holanda natal en la ciudad de Granada y mientras paseaba por una callejuela aledaña al Zacatín, cerca de la pensión de donde acababa de salir, le abordó una gitana del Sacromonte que con su charlatanería le decía de forma airosa:
  • --  "Guapetón", anda ya y coge este ramito de romero, que tienes cara de ser "saleroso"…
Mientras aprovechaba para sujetarle la mano le decía:


  …venga que te eche la "güenaventura", "resalao"… que tienes una novia que te va a dar muchos "chavalillos" que "talegren" la vida…

Escher, aturdido por su secuestro temporal, no sabía cómo soltarse de la gitana y, mientras el chiquillo que la acompañaba le tiraba del gabán sujetándole, ésta continuaba con su retahíla:
  •        …además que seguro que tu novia es "mu apañá" y espera que le regales este ramito de romero, con esa barba que te hace tan señorito, y esos borceguíes tan lustrosos…
Mientras tanto, Escher le respondía en su propia lengua (holandés):
  •         Ik begrijp het niet, Miss (que más o menos significa “¡No la entiendo, señorita!”).
A lo que la gitana, oyendo esa extraña jerga, le contestaba con el desparpajo al que estaba acostumbrada por su experiencia:
  •       ¡Que "saborío" eres "payo"!.
Pensando ésta que le habría respondido lo mismo que los turistas nacionales experimentados, algo así como un “pero si ya tengo una maceta de romero en casa…”.
  •       Pues sabes que tienes cara de "estirao", que te pareces al “cara palo” del Pamplinas (Buster Keaton por más señas). Así te dé una "tirisia" que te encharque las "centrañas" del "celebro" y no seas capaz de pintar un "polígamo*" en tu "puñetera" vida. ¡So "agonioso", so "esmayao"…!
Y dándose media vuelta la gitana junto con su churumbel se fue buscando a otro incauto.

Y es que Escher aunque la frase que le soltó cortésmente a la gitana, “Ik begrijp het niet, Miss“, antes de salir por su boca la pensó inconscientemente y como su interlocutora no pudo entender la lengua del artista ni el artista la de la gitana la cosa quedó en un “aquí paz y allí gloria” y cada cual por su lado.

Jamás sabremos si Escher hubiese entendido la maldición que le echó la gitana si habría sido capaz de interpretar las filigranas geométricas y los arabescos de los atauriques de la Alhambra que tanto fruto le produjeron en su vida de artista… pues hasta donde sabemos, M.C. Escher nunca sufrió una “tirisia” que le afectara al “celebro” y además, resultó ser un genio de los “polígamos”.

Y así continuó caminando hacia la cuesta Gomérez, en dirección de la Alhambra, pensando en la anécdota que había protagonizado y en la que no se había enterado de nada.


*"Polígamo" = Polígono


Y mientras redactaba este artículo escuchaba al fantástico músico vasco Kepa Junquera en Discópolis (programa de Radio3). Ahí va su Fandango: